martes, 20 de noviembre de 2012

Vestir en tiempos pasados

Quienes conocéis también mi otro blog, quizá recordéis haber leído esta entrada hace unos meses. No es que ande falta de ideas para escribir, es que me gustaría tener esto a mano porque luego me gustaría añadir otras entradas sobre el uso de patrones actuales o de materiales sintéticos o artificiales a la hora de confeccionar trajes recreacionistas, y me parece que quedarán un poco cojas si no ponemos también ésta. Así que ahí va con algunas modificaciones (he eliminado lo que no viene al caso):

Hay quien afirma que un rol en vivo, una batalla o una recreación son en esencia lo mismo, porque consiste en introducirte en la piel de un personaje. Aunque en este sentido no le falta razón, es cierto que en el rol en vivo o en una batalla se pueden tomar licencias que no deberían tomarse en la recreación y sin embargo, también se llevan a cabo. La diferencia es que quien juega a rol en vivo habitualmente tiene muy claro que lo que está llevando no tiene por qué adecuarse con exactitud a la época que trata. También es verdad que rara vez se ve un rol en vivo de temática completamente historicista. Normalmente la ambientación, aunque sea "de época", tiene bastante de "fantasía". Jugamos en ambientaciones medievales-fantásticas, steam-punk y lo de más allá, de manera que las licencias quedan completamente justificadas. Alguna cosa circula por ahí de temática más "historicista", pero en todo momento se toman licencias y tampoco es especialmente mal visto el jugador que lleva una prenda de vestir que no se llevaba en este periodo (el clásico "no, es que yo tenía esta capa por casa, que no es nada medieval pero que me va a dar calorcito y no pienso prescindir de ella") o que directamente no se ha llevado en ningún periodo.
Sin embargo, se tiende a intentar ser purista cuando se va a una recreación. Sin embargo, por mucho  pretendamos acercarnos y recrear una época, siempre vamos a cojear de muchas partes. En primer lugar, nuestra adaptación al periodo va a depender de lo que queramos o no gastar o de lo que sea accesible para nosotros. Muchas veces nos tenemos que adecuar simplemente a lo que está en nuestra mano conseguir. Se nos puede acusar de no usar botones propios de tal o cual época, pero siempre nos adaptamos a lo que nos podemos permitir, nos resulta cómodo comprar o sencillamente estético poner y en este sentido podemos variar si nuestro presupuesto y nuestro tiempo para obtener el material es mayor o si se nos requiere expresamente que no tenga nada contemporáneo, pero a fin de cuentas, siempre vamos a terminar cosiendo nuestra ropa a máquina (o incluso hay mucho purista que compra prendas a empresas que confeccionan a modo industrial), compraremos telas fabricadas con métodos actuales (por muy orgánicas que prometan ser) y, maldita sea, seguiremos llevando debajo ropa interior actual, por no hablar de que iremos considerablemente más aseados (o eso espero) de lo que se estilaba en tal o cual época.

Hay fallos más que comunes en nuestra adaptación a épocas pasadas, principalmente porque por mucho que intentemos emular lo que nos parece y lo hagamos con mejor o peor tiento (siempre se acercará más al estilo de la época el que haya echado un ojo a libros especializados que el que quiera hacerse el traje que sale en tal película), siempre va a haber un problema de adaptación a la mentalidad de la época. Nunca nos vamos a vestir como alguien del siglo XIII porque no podemos meternos en la cabeza de ese alguien del XIII.

En primer lugar, es muy habitual pensar eso de "me voy a hacer un traje de principios del XIII". Bonito, sin lugar a dudas, pero poco realista. Si ahora la moda cambia anualmente, antaño una prenda de vestir era algo que costaba mucho más tiempo elaborar, costaba más dinero y tenía un valor diferente al que tienen para nosotros ahora las camisetas de estrafalarius que compramos hoy y tiramos cuando se deforman en tres meses. La ropa en el medievo (y hasta fechas sorprendentemente recientes), se conservaba, se reutilizaba y hasta se legaba en herencia. La ropa se utilizaba incluso como moneda de cambio y como garantía en los más que abundantes préstamos cotidianos que se llevaban a cabo en la Edad Media. Así, los testamentos refieren habitualmente cómo el testador solicita que se pague tal cantidad a tal o cual persona y que ésta devuelva a cambio "mi camisa", "mi falda", "mi capa". Los listados son tan impresionantes que hasta recuerdo el de un escudero del cual me planteé si se paseaba en gallumbos por la calle, porque había empeñado una cantidad de ropa, armas y piezas de armadura como para caerse de espaldas (y más considerando que luego refiere el resto de ropa que le queda y no es mucha), aunque no debiéramos soprendernos. No recuerdo cuál fue el rey de Aragón cuya coronación trajo serios quebraderos de cabeza a sus asistentes, puesto que tuvieron que recuperar todas las piezas de la corona que estaban empeñadas y no sabían ni dónde.

Volviendo a las vestimentas, al valor de lo material y a cómo no podemos comprenderlo, por pudiente que fuera la persona, la cantidad de posesiones personales era demencialmente reducida, no hay más que mirar un inventario de bienes (y los hay muy detallados) para verificar que la gente tenía escasísimos bienes materiales. Los pertenecientes a las clases más privilegiadas refieren listados muebles, ropas de cama, prendas de vestir (pocas), algunas joyas, escasos objetos de valor cultural (algún libro, rara vez). En general apenas refieren los muebles más básicos (una cama, un armario, una silla tal vez) y escasas prendas de ropa especificada con toda suerte de detalles. Estas prendas eran legadas a los descendientes con especificaciones tales como "a mi hija le doy mi falda vieja". Con un par y eso si se podía recuperar del usurero. La falda vieja para la hija ¿por qué no? es una prenda ¿no? sin lugar a dudas la hija la llevó el tiempo que pudo y posiblemente luego la dejó en herencia especificando "y dejo la falda vieja que me legó mi madre".

Teniendo estas cuestiones en cuenta... si en una recreación llevamos un traje impoluto y procedente de una época concreta, sólo podemos ser el hijo de algún duque invitado a la boda real, poco menos, lo cual resulta muy divertido cuando quien lleva estas prendas va vestido de campesino, soldado o mercader. La ropa se llevaría vieja, sucia (no invertían tanto tiempo en higiene, de todos es sabido, y cualquier día de estos podríamos tratar también el tema de "¿a qué huele la Edad Media?") y remendada, además de adaptada al usuario, que bien podía llevar una saya hecha a su medida y sobre ella, un tabardo confeccionado cincuenta años antes, que fue propiedad de su abuelo, el cual tenía los hombros muy anchos. Si queremos ser fieles, por tanto, deberíamos llevar ropas combinadas como buenamente el Altísimo nos dé a entender, que no sean especialmente de nuestra talla, que estén remendadas y arregladas cien veces y que tiendan a estar bastante viejas. ¿No nos gusta ir así? Nos ha fastidiado. Las primeras prendas de ropa que confeccioné fueron para una obra de teatro en la Universidad. El director de la obra dijo que eran muy bonitas, que eran muy adecuadas para la obra ("Divinas Palabras", tenía que ser ropa de aldeanos), pero que con una ropa tan limpia, planchada y conjuntada parecía aquello un Belén y que tuviera a bien ponerme un par de trapos sucios encima de las vestimentas. Razón no le faltaba al hombre.

Abreviando: tendemos a pensar en tiempos pasados de una manera tremendamente dulcificada. No nos paramos a pensar en lo mal que olían, en lo mal que vestían, en la manera en que combinaban sus colores y en el "pequeño" detalle de que el gusto estético ha cambiado enormemente y que combinación de colores que antaño se consideraban de muy buen gusto a día de hoy nos parecen aberrantes. Así, a finales de la Edad Media se consideraba la mar de elegante llevar combinaciones tales como rojo con naranja y similares.

Con esto no diré que tenga la menor intención de envejecer la ropa que voy a llevar en lo sucesivo, ni de hacerle unos cuantos agujeros y coserlos a mano. Sencillamente digo que, si nos ponemos tiquis-miquis, no creo que se salve mucha gente en cuanto a purismo. Y esa gente que viste tan adecuadamente, tiene que oler bastante mal.

Estas reflexiones vinieron a cuento de la confección de prendas para el Drachen que os he mostrado recientemente. Como somos un tanto frikazos, desde luego, la idea es que nuestras ropas sean lo más adecuadas a lo que habrían llevado los tercios en Flandes pero, teniendo en cuenta, para empezar, que ni siquiera creo que hubiera una miserable "tercia" por ahí suelta, partimos desde la humildad de saber que adaptamos las cosas en la medida que nos parece y no es lo mismo hacer ropa para una obra de teatro que para una recreación y hay que valorar lo que nos interesa en cada prenda. Cuando vamos a un rol en vivo como es el Drachen, vamos con intención de jugar y pasárnoslo bien, no para ir de punta en blanco clavando el vestuario de la época, porque siempre vamos a estar muy lejos de adaptarlo plenamente. Si hay que poner aquí una cremallera porque va a quedar mejor que sin ponerla, pues se pone (vale, confieso, yo no pongo ni una cremallera ni media, porque me dan cuatro escalofríos de verlas en ropa antigua, cada cual tiene sus manías... pero coso habitualmente con hilos de poliéster y no se me caen los anillos por ello. Estoy por empezar a comprar más de algodón pero, si somos puristas, deberíamos utilizar directamente de lino o de seda y ahí entramos en un territorio pantanoso en el que se nos van a disparar los precios, no vamos a conseguir una variedad de colores comparable a la del hilo de algodón y el de poliéster y para colmo de males, quizá no nos termine de convencer el acabado) si queremos comprar esta tela porque queda chula aunque lleve mezcla de poliéster, no nos vamos a parar mucho a pensar que no existía en este periodo porque no encontramos una tan bonita en lino o en seda y da el pego bastante bien. La cuera que le hice a Rober el año pasado era de antelina forrada. Obviamente no era válida para combatir y no era una cuera de verdad, pero quedaba bien en las fotos (y él se puso el gambesón debajo para que le sirviera igualmente... aunque de haberlo sabido, se la habría hecho más grande, claro).

Concluyo resumiendo que podemos ser lo más fieles posible. Podemos utilizar únicamente patronaje antiguo, telas que se usaban en el periodo que queremos retratar, hilos, botones y lo de más allá, pero siempre, absolutamente siempre, vamos a cojear por algún lado. El motivo es que sencillamente no nos interesa vestir clavando el siglo XIV, ni el XVIII. Siempre vamos a querer ir cómodos y aseados y, compañeros, todo no se puede en esta vida.

1 comentario:

  1. Amén hermana! Totalmente de acuerdo.
    Me hace mucha gracia esos recreacionistas que critican a otros por no ser tan puristas y parece que tienen la "espardenya de la sabiduria, que con ella se obtiene el saber de todo lo pasado presente y mitico"....sobretodo cuando hablan y critican peliculas, series.....y hablan como si supiesen como funciona. No tienen en cuenta que el jefe de vestuario, el figurinista o estilista se ve de manos atadas todo el tiempo. Depende de lo que diga el director, el productor o "las altas esferas", del dinero que depende, de las exigencias de guion, de lo que quieren transmitir con tal y cual estetica y un sinfin de cosas. También es cierto, no nos engañemos ya que yo misma me he tropezado con algun jefe que otro que no sabía hacer su trabajo pero esto es otra historia, intrusismos y demás. Pero el hecho de ser recreacionista no te da licencia para trabajar de algo de lo que no tienes ni idea. Por mucho que sepas de ropa de epoca.
    Y como esto todo. Como bien dices no hay un recreacionismo puro, creo que como mucho puedes respetar algo el patrón pero no mas allá. Puedes hacer que de tal o cual aspecto que de mucho o algo el pego incluso como eb cine y television se hace, "falsear" las prendas para que nos sean mas comodas.
    Adoro la epoca y la fantasia peroooo soy coherente y siempre digo eso de "inspirado en tal o cual epoca".
    Ale ahi te dejo el rollo jajaja pero lo has descrito a la perfeccion.

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